Empezamos año nuevo. Ya conocemos el entorno complicado que tenemos que afrontar día a día y que, solo con estrategia y un excelente equipo podremos permanecer en el mercado e incluso destacar sobre nuestra competencia.
En Estudio Global tenemos claro que las personas deben ser el foco de las organizaciones, ya que, son las que marcan la diferencia y las que aportan el verdadero valor al servicio o producto que ofrecemos a nuestros clientes.
Es por ello que no es suficiente con disponer de un equipo de trabajo, ni si quiera uno bueno, necesitamos al mejor, a un equipo de altas capacidades y alto rendimiento como conjunto. Entre lo que es un equipo y puede llegar a ser, hay un largo camino por recorrer hasta llegar a la excelencia como equipo. Lo realmente importante es conocer nuestra esencia, quiénes somos, cómo somos, cuáles son nuestros deseos, anhelos, miedos y temores, como equipo y como organización.
De vez en cuando, debemos retirarnos para vaciarnos, pero también para llenarnos de energía e inspiración. Y poder así establecer nuestros objetivos y metas.
No podemos permitirnos perder potencial en el camino. Hay que sumar todos los esfuerzos individuales para ver qué impacto se logra en conjunto. El potencial del equipo es todo lo que podemos llegar a ser y no somos. Por lo tanto, la obligación de un equipo es logar su máximo potencial y alcanzar su mejor versión.
Alineamiento
El equipo ha de encontrarse en total alineación con su misión, tener claro el objetivo e ir a por él. En este caso, existe alineamiento. No se desperdicia energía y se gana todo en favor de la misión del equipo. Así que el primer aspecto a tener en cuenta para conseguir un Equipo de Alto Rendimiento es alineamiento.
El punto de inflexión para que nazcan los buenos resultados de un equipo es la confianza. Pero un equipo de alto rendimiento está basado en algo más profundo que la confianza. Los seres humanos podemos trabajar juntos de tres formas distintas:
_Trabajo en grupo. Existe demasiado individualismo no hay alineamiento y los resultados, por lo general, son muy pobres. Es fácil que no se alcancen los objetivos.
_Los equipos. Es una forma de trabajo más organizada y funcional, con mayor alineamiento y normalmente se alcanza el objetivo.
_Equipo de Alto Rendimiento. Consigue el objetivo sobradamente, con menos recursos y con más eficacia.
Pero para alcanzar la confianza necesitamos altas dosis de vulnerabilidad que hacen posible la cohesión, la confianza o la comunicación en el equipo. También para tener impacto y ser un buen líder, hemos de ser nosotros mismos, sin máscaras, ser naturales y eliminar las barreras mentales que nos condicionan.
Es una tarea difícil mostrar nuestro lado más humano, pedir perdón, reconocer que no sabemos algo o los errores que cometemos, tocar, abrazar, sonreír, son todo actos que facilitan la conexión entre las personas de un equipo.
La confianza es una consecuencia de la vulnerabilidad
¿Qué ocurre cuando vienen tiempos difíciles como los actuales? Estos momentos son críticos y de vital importancia para los equipos de trabajo. Podemos llegar a perder el control y que surjan todos nuestros miedos.
La adversidad forma parte ya de nuestra vida profesional y empresarial, por lo tanto, más vale que estemos preparados como equipo. Si todo va bien es muy fácil estar alineados, pero cuando las cosas se complican cobra vital importancia estar muy unidos. En esto caso lo que debe aprender el Equipo de Alto Rendimiento es gestionar la adversidad para permanecer unidos. Sólo de esta manera nada ni nadie podrá con nosotros. Es de vital importancia saber gestionar las diferencias que surjan para que no lo aproveche la competencia.
Para poder desarrollar la capacidad de gestionar la adversidad en el equipo necesitamos reforzar habilidades personales como el autocontrol, manejar el estrés y gestionar nuestras emociones.
Los Equipos de Alto Rendimiento se manejan muy bien, incluso disfrutan en la adversidad, convirtiéndola en una fuente de oportunidades.
Pero cuando vivimos un momento difícil, adverso, nos ponemos tensos, nos enfocamos en ese objetivo y no prestamos atención a lo que está ocurriendo a nuestro alrededor. Nos centramos en el conflicto, algo muy negativo en los equipos.
No debemos olvidar que el conflicto genera mejora y que es necesario entrar, de vez en cuanto en conflicto. Es importante que haya diferentes visiones ante una misma situación que genere debate, así elegimos la mejor estrategia. La cuestión es no hacernos daño durante el conflicto y centrarnos en la búsqueda de la solución óptima. De esta manera crecemos y evolucionamos.
La clave para gestionar un conflicto de manera saludable es no tomar los comentarios como ataques personales, saber pedir perdón y no acumular sentimientos negativos sobre una persona que nos haga estallar en el momento y lugar menos adecuado.
Alcanzaremos el objetivo cuando aprendamos a acercar posiciones, a dejar el ego aparte y reconocer que lo verdadero importante es conseguir el punto común. No hemos de olvidar que el objetivo de un equipo es conseguir resultados, ser productivos, sin resultados no hay éxito.
Podemos trabajar muy bien el resto de los factores, pero sin estar orientados a resultados no hay futuro.
La comodidad como enemigo
En este punto nos encontramos un gran enemigo, la comodidad, apalancarnos en la zona de confort. Si no nos establecemos un objetivo claro, planificamos y entramos en acción para conseguirlo, podemos estar horas y horas en el trabajo sin ser productivos.
Los ladrones del tiempo (mails, mensajes, llamadas improductivas, interrupciones de compañeros…) se adueñan de nuestra agenda.
Por lo tanto, vamos a trabajar orientados a objetivos (medibles, concretos, cuantificables y alcanzables), ¡no valen las intenciones! Es muy importante escribirlos, compartirlos y tenerlos visibles, de esta manera nos comprometeremos con ellos.
Una vez tengamos los objetivos, establecemos el plan, el cómo conseguir los objetivos. Y de aquí, pasamos a la acción. Pasar a la acción es lo más complicado y se requiere mucha disciplina.
La responsabilidad
Llegamos a la responsabilidad como otro factor de los Equipos de Alto Rendimiento, que tiene que ver con la implicación para que un proyecto finalice con éxito.
Se trata de actuar con nuestra mejor versión, implicarnos al máximo. No elegir el camino más cómodo, sino el camino que nos lleve a alcanzar unos resultados excelentes.
La positividad
Y no debemos olvidarnos del último ingrediente para que un Equipo de Alto Rendimiento alcance su máximo potencial, la positividad.
Hemos de salir de la monotonía y la seriedad que parece que son intrínsecas al trabajo. La positividad hace que el ser humano mejore, que vea las cosas más fáciles, que tenga ilusión y crea más en sí mismo. Cuando somos felices en el trabajo somos más creativos, aumentamos nuestra perspectiva, tenemos más implicación y se crean vínculos emocionales y de pertenencia, por lo que aumentamos la productividad.
Además, la positividad se contagia con un efecto multiplicador entre el equipo. Si somos positivos no hay situación adversa que se nos resista.
Nos convertimos en una única fuerza que rema en el mismo sentido. Felicita, agradece, reconoce, en definitiva, celebra los éxitos del día a día y no te olvides de SONREIR.
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